Apesar de que no hay una definición única de codependencia, se puede decir que "una persona codependiente es aquella que ha permitido que la conducta de otra persona la afecte, y que está obsesionada con controlar la conducta de esa persona.". En general, son personas que han perdido el control de sus vidas como resultado de haber convivido con personas con conductas compulsivas (alcoholismo, drogodependencia, trastornos de alimentación, ludopatía, adicciones de tipo sexual, etc.) o con enfermedades graves, por lo que presentan reacciones poco sanas al estrés.
Además, es muy común que estas personas no puedan salir de las relaciones que generan daño, o que al salir, busquen personas con los mismos problemas o con otros problemas de igual gravedad. También es común que estas personas tengan baja autoestima, una tendencia a querer ayudar a los demás, aún descuidándose a sí mismos, y que provengan de familias en las que se presentaban estas mismas dificultades (por ejemplo, un padre alcohólico). En el fondo, la dificultad radica en que no se sabe actuar de otra manera o no se busca ayuda porque se cree que el problema es exclusivamente de la persona con adicción o con alguna dependencia, y que es esa persona quien necesita buscar ayuda. Son personas que parecen ser fuertes y tener todo bajo control, pero se sienten solos, débiles y controlados por el problema. Aquí cabe aclarar que la codependencia es diferente de la verdadera ayuda, la que sí es necesaria y nace realizar, y es diferente de las verdaderas responsabilidades, como cuidar de los hijos pequeños. Hay un "dar de forma benévola y útil" y un "dar de forma destructiva".
¿Cómo dejar de ser codependiente?
Desapegarse: Reconocer que se tiene un apego a las personas y a sus problemas, es decir, que se tiende a preocuparse, involucrarse en exceso y querer controlar (obsesionarse), llegando a perder contacto consigo mismo y a perder el control. El desapego no significa que se deba ser frío u hostil, que se deban abandonar los deberes de un hogar ni que se deje de amar. Desapegarse es aprender a tomar distancia (emocional y a veces física) con amor, evitando cargar con responsabilidades de otras personas para atender a las responsabilidades propias, permitiéndole a los demás enfrentar las consecuencias y de ser quienes son. Para ello, es necesario aprender a diferenciar lo que podemos cambiar y lo que no, centrando los esfuerzos en lo que sí se puede modificar, y aprendiendo a vivir con lo que no, amando sin "volverse loco". No es egoísmo, resignación, desesperanza ni martirio. Es un proceso que requiere de tiempo y paciencia. La pregunta es ¿qué necesitas tú? ¿qué sientes tú?
No ser reaccionario: Las personas codependientes reaccionan con ira, culpa, vergüenza, odio, preocupación, sentimientos heridos, gestos controladores, depresión, desesperación, tensión y, en general, con miedo y ansiedad. Reaccionan sin pensar, siendo controlados por la situación. No es necesario tomarse los problemas de una manera personal ni reaccionar en exceso. En muchas ocasiones, las conductas de otros son reflejo de sus propias heridas y no tienen que ver contigo, aunque parezca. Para lograr esto, es necesario entender que lo haces por tu propio bien, y no tanto por el otro. Cuando NO se logra entender esto es cuando aparecen pensamientos de tipo "es injusto no reaccionar, esa persona no se lo merece", lo que es un error bastante común. Entonces:
Aprende a reconocer cuando estás reaccionando.
Si lo estás haciendo, busca inmediatamente una actividad que te tranquilice, apártate por un momento de la situación.
Analiza lo sucedido y su nivel de gravedad.
Una vez analizada la situación, piensa en qué necesitarías para solucionarlo y para atender tus propias necesidades.
Liberarse: Cuando intentamos controlar todo, es cuando perdemos el control y nos vemos completamente controlados por la situación. Controlar las conductas de otros es algo que no podemos hacer, tengamos o no la razón. Los demás pueden hacerse cargo de sí mismos.
No victimizarse: Las personas codependientes tienden a querer cuidar de todos (aún cuando nadie se lo pidió), asumir responsabilidades ajenas y luego enojarse por haberlo hecho y porque su esfuerzo no fue valorado.
Una vez resuelto lo anterior, tendrás el tiempo de ocuparte de ti mismo, de tus responsabilidades reales, de sanar tus propias heridas y tu propio pasado, para después sí poder establecer relaciones sanas y dar adecuadamente. Podrás ayudar a otros sanamente, sin perseguirles, sin obsesionarse ni ser codependiente. Alexandra Guzmán, Psicóloga
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