Reacciones y comportamientos normales
Frecuentemente nos encontramos con padres que no saben cómo manejar los desafíos que genera su hijo adoptivo. No hay que olvidar que estos niños traerán consigo heridas de abandono, pues fueron separados de sus padres biológicos. En algunos casos habrán sido agredidos, maltratados o abusados, y por ello fueron separados de sus padres. Estas heridas difícilmente son tenidas en cuenta o son tratadas a lo largo de la vida de este niño, ya sea porque éste no recuerda su vida antes de la adopción, o porque no se sabe cómo sanar su historia; por lo que será casi inevitable que el dolor se manifieste de distintas maneras.
La primera dificultad a la que se enfrentan estos padres es la de conocerse mutuamente al inicio de su relación. Los problemas emocionales del menor se empiezan a conocer cuando ya se han compartido algunos años con él. Muchos niños adoptados presentan un retraso en su desarrollo que posteriormente es compensado.
Al principio, el niño se comportará con sus padres adoptivos como con cualquier otro adulto, puesto que no los conoce. También es común que presente llanto en el momento del primer encuentro, ya que perdió a personas a las que se había apegado (a sus padres biológicos o personal de la institución donde se encontraba, para encontrarse con dos extraños que también se encuentran nerviosos. Y no solo eso, sino que, a partir de ese momento, tendrá que enfrentarse a innumerables cambios estresantes (aviones, nuevos lugares, nuevos hábitos y nuevos alimentos), y que pueden generar ensimismamiento o hiperactividad.
Puede suceder que el niño vea a su madre adoptiva como mala por recordarle a su madre biológica, y que vea al padre adoptivo como el bueno. Esto será temporal en la mayoría de casos. También puede haber sentimientos de ambivalencia hacia los padres adoptivos por el miedo a que éstos también lo abandonen. Por ello, puede mostrar comportamientos de afecto y de rechazo casi simultáneamente.
Además, el niño guardará sentimientos de rechazo hacia sí mismo con pensamientos como "fui rechazado porque soy feo, inútil, indeseable, etc.", por lo que, para compensar ese sentimiento, tenderá a menospreciar a las personas o las cosas que tiene, o manifestará que no necesita a sus padres y que hace lo que quiere, o puede retraerse para no apegarse y no sufrir un nuevo rechazo. Incluso puede manifestar un excelente comportamiento, pero éste se basará en el miedo a ser rechazado por sus profesores o por otras personas. Tampoco es raro que el niño esté poniendo a prueba los límites en todo momento.
¿Qué hacer entonces?
Es importante ser paciente, y no imponerle al niño su necesidad de seguridad y felicidad, puesto que se trata de comportamientos y reacciones normales ante una situación anormal. Usted debe estar presente, brindando apoyo y verificando que el niño coma y duerma adecuadamente, ya que los desórdenes alimenticios y del sueño son síntomas físicos del estrés. No permita que su miedo a fallar se vuelva cómplice de los malos comportamientos.
No tome estos mecanismos de defensa como ataques personales; y mantenga una buena comunicación con su pareja para que estos comportamientos no acaben con su relación. Así mismo, manifiéstele al niño que entiende su tristeza y sus sentimientos, que puede contar con usted, que siempre estará abierto al diálogo y que usted estará ahí para cuando el niño quiera ser su hijo. Permítale al niño tomar la iniciativa y dar el primer paso, y controle sus reacciones si el niño lo rechaza. Para ello, es importante acudir a un terapeuta o tener una red de apoyo, como otros padres adoptivos, que puedan brindarle ayuda cuando no sepa qué hacer. Evite las visitas de familiares y las salidas a nuevos lugares durante las primeras semanas.
Si el niño manifiesta malos sentimientos, puede utilizar frases como "¿Puedes odiarme, e ir a lavarte los dientes?". El niño entenderá que usted lo comprende y al tiempo le explica lo que debe hacer sin entrar en conflicto.
Trate de equilibrar las exigencias a las capacidades del niño, hacer el mundo lo suficientemente pequeño para que pueda comprenderlo. A menudo tendrá que tratar con él como si fuera un niño más pequeño (si tiene 6 años, muchas veces tendrá que interactuar con él como si tuviera 3).
Construya rutinas: trate de mantener contacto físico en la mano o los hombros, manifestándole lo que usted quiere que él haga, y haciéndolo usted también ("haz lo que yo hago"). Felicítelo por sus aciertos y evite resaltar los errores. Esto no quiere decir que no haya disciplina o corrección, sino que se dé prioridad a los aspectos positivos. Si el niño pierde la atención vuelva a establecer contacto físico. Solo después de haber practicado esto muchas veces, pídale al niño hacerlo solo mientras usted hace otra cosa. Debe ser firme y amable en todo momento, además de ser persistente así sea "odiado" por eso.
Ayúdele a planificar el futuro próximo, pues el niño puede tener dificultades para planificar a largo plazo. Pueden ser útiles frases como "Ahora vamos salir. ¿Hacia dónde vamos?¿Qué harás cuando lleguemos?".
Nunca son convenientes los conflictos de autoridad. Cuide que no se desautoricen entre usted y su pareja; o entre ustedes y los profesores. Si usted pierde la paciencia o se rinde, el niño habrá ganado y habrá aprendido que con malos comportamientos lo controlará.
Así que, en resumen, usted debe ser alguien que no pelea, que mantiene el control y la autoridad, y que siempre estará ahí.
Alexandra Guzmán, Psicóloga
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